CIPRA (Círculo de conversaciones sobre Post Racionalismo) nace el año 2000 como iniciativa de un grupo de estudiantes de psicología de la Universidad de Concepción que quisieron profundizar en el estudio y conocimiento sobre las miradas constructivistas aplicadas a la psicoterapia, específicamente sobre el modelo de Vittorio Guidano, otrora conocido como modelo Post Racionalista.
En una primera instancia, muy motivados por los aportes que hiciera Humberto Maturana a la ciencia y la epistemología, como grupo intentamos crear conversaciones, debates y compartir conocimientos sobre temáticas relativas al mundo psicológico del ser humano. Así es como en sus inicios, Cipra surge como un grupo de conversaciones que analizaban una mirada y discutían sobre las implicancias de ésta, participando de acaloradas discusiones y muchas veces no llegando a cerrar los temas relativos a la psicoterapia propiamente tal, al irnos por la tangente de la epistemología. Al verlo en retrospectiva, da risa pensar que como grupo comenzamos igual que el creador del modelo, dándole más importancia al cambio de paradigma que al modelo de psicoterapia en si. Así como en la ciencia, cada ser pensante debió pasar por la crisis epistemológica antes de abrazar una mirada distinta a la mirada racional. Si como persona no acepto la inexistencia de una visión única e irrefutable, si como persona no acepto la organización individual de la información que fluye a nuestro alrededor, si como persona no acepto el rol activo en la construcción de la experiencia, difícilmente podré abrazar o aceptar cualquier modelo que cuestione la mirada de correspondencia propia de los modelos racionalistas. Por ello, estos primeros años en que no lográbamos llegar a hablar si quiera sobre las propuestas esquemáticas de trabajo de Vittorio Guidano, fueron tan claves y trascendentales para quienes terminamos profundizando en el modelo. Sin estas discusiones, eternas y muchas veces sin un fin claro, no habríamos podido aceptar la idea si quiera de que la realidad no está dada. No habríamos llegado nunca a aceptar la idea de que incluso el modelo que tanto nos gusta (a esas alturas de forma casi intuitiva) no es más que una forma de ordenar la realidad que nos rodea y organizarla en un cuerpo lógico y coherente de conocimientos. Que no es real. Que no existen las Organizaciones de Significado Personal, que no existe la moviola, que la experiencia multinivelar no es algo que podamos ver. Sin estas “inútiles” discusiones, probablemente Cipra hoy en día sería otro grupo constructivista más de esos que reemplazan lo racional antiguo por una nueva racionalidad, más compleja por cierto, pero igual de cerrada y tajantemente “real” para sus defensores como lo fueran las teorías “balde”.
4 años pasaron de reuniones semanales. Cada semestre caras nuevas y repetidas, cada vez más personas. Cada semestre comenzando de cero, revisando desde la epistemología hasta las organizaciones de significado personal, donde los procesos de identificación usualmente generaban esta sensación de “está hablando de mi”. Al verlo en retrospectiva, personalmente creo que me enamoré del modelo por esa sensación y no por su utilidad en la terapia o su lógica. Definitivamente, como todo enamoramiento, fue netamente egoísta: me gustó porque me sentí identificado con una OSP. Y no he realizado una encuesta, pero me atrevería a decir que un gran porcentaje de los que trabajan en este modelo compartirán, aunque sea secretamente, mi declaración abierta de narcisismo.
En esos 4 años alcanzamos a rozar solamente la propuesta de terapia que hace el modelo. Si mal no recuerdo, alcanzamos solo la mitad de las veces a hablar de las fases de la terapia y de la “mágica” moviola a la que no le creíamos su “poder”. Recuerdo en algún minuto haber preguntado a Rodrigo Díaz, guía teórico de las conversaciones:
- Pero ¿por el sólo hecho de que la persona “vea” aquello que le está pasando, deja de tener ataques de pánico?
- Sé que suena raro, pero es que cuando lo vives te das cuenta que es así. Es como tener una verdad demasiado cerca de la cara...
- No sé… no me convence. Porque si es así, mejor decirle de una sola vez qué es lo que le pasa...
No recuerdo qué me contestó, porque probablemente en mi mente de estudiante de 2º o 3er año de psicología no cabían aún los conceptos de reorganización de la experiencia a los que aludía mi pregunta. Seguía pensando en una lengua muerta, en “racionalez”, creyendo que era la información cognitiva la que generaba el cambio y no entendiendo que el prototipo de intervención postracionalista, la moviola, pretendía ayudar a acceder a la propia experiencia y desde ahí generar el cambio. Pasaron años, prácticas profesionales y decenas de pacientes antes que entendiera bien eso.
Durante estos 4 años recibimos el aporte en conocimiento de Luis Onetto desde Valparaíso, y de Alfredo Ruiz desde INTECO, en cursos y jornadas sobre postracionalismo que marcaron saltos en cuanto al aprendizaje, entendimiento y acceso a conocimiento en el grupo. Ya no sólo Cipra era un grupo misterioso que se reunía en salas a horarios donde todos empezaban a carretear, sino que pasaba a ser un aporte a la formación de los compañeros en la universidad. Comenzamos a ser reconocidos por otros como “los postracionalistas”, reconocimiento que hasta el día de hoy nos ha permitido ayudar a difundir el modelo.
Una vez afuera de la universidad, pasaron uno o dos años sin tener mayor contacto con el grupo. Las conversaciones se durmieron en un período que ahora entiendo como necesario. Me lo imagino hoy como que “gusaneamos” en la universidad para encerrarnos en el capullo durante un tiempo al salir, antes de que brotaran las esperadas alas. Alas que comienzan a salir cuando surge la posibilidad de entrenarse en el modelo sin movernos de Concepción y a un precio alcanzable (no olvidemos que para psicólogos recién titulados eso es un tema no menor). Clave fue la llegada de Álvaro Quiñones a la ciudad porque se convirtió en el motivo y la excusa para retomar las conversaciones con un grupo de ahora profesionales y un par de estudiantes aún en esa época. Clave fue no haber tenido que viajar a entrenarnos para alcanzar una identidad individual y regional como grupo.
El entrenamiento tuvo altos y bajos. Se comprenderá que por ser un grupo de egos grandes, asumiendo una actitud un tanto pedante por ser ya estudiados en el modelo, no siempre coincidíamos con el profesor (cuyo ego también daba cátedras). Muchas veces discrepábamos abiertamente y la mayor parte del tiempo era una lucha el tener que aceptar algunas nociones más propiamente cognitivas que constructivistas. Ese quizás fue el gran cambio que surge en la mirada del grupo con el entrenamiento, donde aprendemos a rescatar la tradición cognitiva que está detrás de la mirada postracionalista, y aprendemos a no atrincherarnos en un conocimiento como si hubiera sido creado de manera primaria sin antecedentes o aportes anteriores.
El otro gran salto que ocurre durante el entrenamiento es la claridad con que se asume que es imposible hacer reconstrucciones afectivas sin haber pasado uno por la experiencia. Es en los ejercicios de entrevistas en parejas donde ocurre el aprendizaje significativo y donde comienza la real comprensión de los escritos y las conferencias de Guidano.
En paralelo al entrenamiento (que sufrió varias bajas en el camino), las conversaciones sobre postracionalismo se retoman en la consulta que algunos de los participantes decidimos instalar. Todos los miércoles, a eso de las 19:00 hrs., se dan reuniones de conversación en el modelo y de análisis de casos. De estas mismas reuniones comienza a surgir la necesidad de seguir difundiendo, y decidimos saldar una deuda pendiente con la Universidad de Concepción. El año 2005 realizamos un primer curso de introducción al modelo de Vittorio Guidano con las personas que habían quedado con la sensación de que algo faltó en los grupos de la universidad. Ya sin tanto ímpetu epistemológico, podíamos profundizar en las temáticas propias de la psicoterapia, y los cursos comenzaban con la aclaración “esto no es una nueva psicología, sino un modelo de psicoterapia que creemos muy útil”. Se pudo finalmente profundizar en las organizaciones de significado personal y en la estructura de la terapia, y la sensación al final de esta primera experiencia fue por lejos muy positiva. Se repite un grupo por año, “reclutando” (concepto acuñado por Álvaro Muñoz, colega usualmente a cargo de realizar las invitaciones a estos grupos de formación gratuitos) ya no sólo a alumnos de nuestra Alma Mater, sino de todas las universidades. Colegas ya titulados y alumnos de la Universidad de Concepción y de otras universidades comienzan a conocer y profundizar en el modelo postracionalista (a estas alturas ya conocido como cognitivo estructural, cognitivo evolutivo y una serie de mejores nombres que el original), y Cipra adquiere una extraña “fama” en algunos lados. “Es como el gmail” decían algunos, “sólo puedes ir si otro miembro te invita”. Lejos de ser un grupo cerrado, la idea era abrir el modelo que considerábamos útil y que no era incorporado aún en las mallas y programas de estudios en las universidades de la región. Por eso es que buscamos desde entonces sacarnos esta marca de hermetismo y hacer de la propagación del modelo algo más abierto: incorporarlo a las cátedras en universidades donde trabajamos, invitar colegas de otras corrientes a las reuniones clínicas y la creación de la página web (www.cipra.cl) con la idea de subir artículos, apuntes y comentarios de libros.
Muchos nombres han pasado por Cipra en estos años, personas que aún continúan vinculados al grupo, otros que han tomado diversos rumbos teóricos y Rodrigo Bragado, quien lamentablemente ya no está con nosotros y me gustaría recordar hoy.
5 años han pasado ya desde el “reinicio” del grupo. 5 grupos de formación y decenas de psicólogos y estudiantes de psicología han pasado por las oficinas de Cipra. La intención es durante el 2010, cuando se cumplen 10 años desde la creación del primer grupo gracias a la iniciativa de María Paz Davidovic y Rodrigo Díaz Olguín, dar un salto en difusión. La idea es retomar los contactos con todos aquellos que alguna vez han estado en el grupo, para nutrirnos de los aportes que su experiencia nos pueda dar, y por otra parte, realizar conferencias, reuniones, mesas de conversación, publicaciones y todo cuanto la imaginación, el tiempo, el trabajo y las ganas nos puedan permitir crear.
Puede que no todos coincidan conmigo en esta personal retrospectiva a la historia de Cipra, pero en algo sé que estamos de acuerdo: lo hemos pasado bien y aprendido mucho los unos de los otros en este proceso de 10 años, y la invitación es a seguir haciéndolo.
Concepción, Chile.
Febrero 2010
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